Granjas o campos de descomposición
El estudio de los cadáveres es una practica de la ciencia forense, gracias a los campos de descomposición, la antropología forense ha avanzado en determinar el proceso natural de la muerte, Sus datos pueden ser útiles para legalizar otras técnicas de inhumación más naturales.
La observación de la evolución cadavérica no es nueva. De hecho, y por otras motivaciones que las de la ciencia actual, en la tradición de la cultura budista, al menos hasta el siglo XIX, hubo artistas que pintaban la evolución de la putrefacción, en lo que se conoce como Kusōzu.
Estados Unidos, líder en laboratorios forenses
Hoy en día la medicina forense actual analiza con técnicas modernas esta evolución de la putrefacción ligada al también al conocimiento del tanatomicrobioma.
Estados Unidos es el país líder en la ciencia forense de campo, donde hay ya siete laboratorios de descomposición o The Body Farm, ligados a Universidades. Aunque se han llamado granjas de cadáveres, los científicos prefieren la denominación de cementerio forense o laboratorio de tafonomía.
Algunos de los más reputados son el Forensic Anthropology Center de la Universidad de Tennesse o el Texas State Forensic Anthropology Centre.
El último de estos creado en 2017 es el laboratorio de antropología forense a campo abierto de la Universidad del Sur de la Florida (USF). En el Reino Unido también se ha difundido la noticia de la intención de crear un laboratorio forense de cadáveres al aire libre (1).
El estudio del microbioma humano postmortem con sus comunidades de microorganismos ha permitido observar que estas varían según se desarrollen en los órganos internos o de los tejidos epiteliales superficiales, o en las cavidades del aparato digestivo o de si se trata de una mujer o un hombre.
Sin embargo, son los microbios identificados en los tejidos superficiales (epinecróticos) los que potencialmente resultan más adecuados como "huellas digitales" moleculares para estudios microbiológicos postmortem.
Lógicamente, las observaciones sobre la evolución de las comunidades de microorganismos que se desarrollan en un cadáver también varían según el ambiente del entorno. No es igual si la descomposición se produce en un espacio donde hay sombras, si el suelo es más compacto, si hay humedad ambiental o incluso agua superficial.
Equipos multidisciplinarios estudiando la putrefacción
Junto a los médicos forenses y a los microbiólogos, en los campos o laboratorios de descomposición también trabajan geólogos y geofísicos que analizan el suelo, el agua, el aire y la vegetación.
Estos campos de observación forense también permiten a su vez analilzar las sustancias que libera el cadáver y cómo cambian las propiedades del lugar donde se descompone un cuerpo.
Cuando los cuerpos ya son sólo un amasijo de huesos, estos se transportan al laboratorio: allí se limpian y se estudían en detalle junto a la historia clínica del paciente cuando se dispone.
Todo ello contribuye también a disponer de restos que luego pueden ser comparados con los hallazgos que puedan realizarse en fosas o en el lugar del deceso. Es por eso que la ciencia forense resulta tan útil para identificar cadáveres de personas no identificadas.
A muchas personas les puede resultar chocante que existan médicos forenses que a diario trabajan estudiando la evolución de un cuerpo difunto o asistir a cómo este se descompone en directo.
Estas granjas o campos de descomposición para el estudio de la antropología forense, tienen una gran cantidad de variables que no hace fácil sacar conclusiones.
El estudio de la descomposición permite acercarse de una forma más precisa a la evolución del cuerpo físico tras la muerte. Hay muchas críticas a este tipo de instalaciones, pero sin duda los resultados que se obtienen vienen avalados por prestigiosos departamentos universitarios de la medicina forense.