España no controla las emisiones de los crematorios
España no controla las emisiones de los crematorios. Con una tasa de cremación del 41,22 %, España dispone de 442 instalaciones de hornos crematorios (la mayor de Europa, datos del 2019) para atender una demanda de 400 incineraciones por día, sus emisiones no son despreciables
En el proceso de cremación las emisiones producidas se podrían reducir mediante el uso de ataúdes de cartón u otros materiales vegetales. La legislación no facilita que se evite quemar productos tóxicos incluidos en los féretros y el propio cadáver.
Hay normas que cumplir
Los hornos crematorios deben cumplir con el Real Decreto 100/2011, de 28 de enero. Esta norma, tal y como indica su título, actualiza el catálogo de actividades potencialmente contaminadoras de la atmósfera y establece las disposiciones básicas para su aplicación.
Entre estas actividades se incluye la "incineración de cadáveres humanos o restos de exhumación". Por tanto, de hecho sí hay límites sobre las cantidades máximas de contaminantes contenidos en los gases descargados a la atmósfera por un horno crematorio.
La norma que regula pues los hornos crematorios exige no sobrepasar por horno y día:
-10 miligramos por metro cúbico de aire de partículas sólidas en suspensión, los 10 miligramos por metro cúbicos de hidrocarburos,
-10 miligramos por metro cúbico de compuestos clorados, sobre todo de ácido clorhídrico, todos ellos muy bajos y que requieren de sistemas de depuración para ser alcanzados.
Esto lleva al debate sobre si una instalación es perjudicial para la salud y sobre la tipología de las tecnologías en cuanto a su efectividad para la minimización de las emisiones.
Las empresas fabricantes de hornos crematorios disponen de los equipos para reducir la carga de tóxicos de las emisiones procedentes de estas. Entre los sistemas de filtraje hay diferentes tecnologías tales como: co-flow, solid-bed, adsorbente catalítico con filtros honeycomb, dry scrub y lavadores de gases (según la terminología comercial del sector).
Todas estas tecnologías de descontaminación no han sido aplicadas a los hornos antiguos ya que son caras. Dado que los hornos crematorios en España no son competitivos económicamente ya que hay un exceso esto agrava el problema.
Falta de transparencia sobre la contaminación de los hornos crematorios
La monitorización y control de los contaminantes del aire es imprescindible para asegurar que los sistemas de filtraje de gases funcionen adecuadamente sin sobrepasar los límites ambientales.
Estos sistemas de control, cuando existen, los datos obtenidos se los queda el operador y raramente se hacen públicos. La falta de transparencia sobre el impacto ambiental en la calidad del aire de los hornos crematorios es absoluta.
A falta de datos y de sistemas de control y de medición de emisiones, sólo se puede especular en función del diseño del horno crematorio. Sin embargo, las emisiones de un horno crematorio vienen sobretodo determinadas por la tipología del ataúd y sus complementos.
El grado de contaminación varía según las materias primas de los féretros. Los efectos de la posible contaminación sobre la salud de la población también causado por las emisiones de los crematorios depende del número de cremaciones.
Las emisiones de los crematorios pueden reducirse
Más allá de lo que la legislación regule y de los sistemas de control, las emisiones asociadas al proceso de cremación podrían reducirse mediante:
- obligación del uso de ataúdes de cartón ondulado u otros materiales vegetales, en lugar de los tradicionales de madera,
- prohibición de vestir con ropa convencional al difunto que ha escogido la cremación (utilizar una mortaja simple de fibra textil natural),
- prohibicion absoluta de cualquier tratamiento de tanatopraxia a los difuntos que escogen la cremación.
Con estas tres condiciones se eliminan los componentes sintéticos volátiles que habitualmente componen los féretros convencionales. En estos hay aglomerados fenólicos, barnices, plásticos, fibras textiles no vegetales, etc. y los cuerpos difuntos vestidos con ropas sintéticas. Además a menudo el difunto va inoculado con formaldehído y otros líquidos de conservación (tanatopraxia) tóxicos.