Las últimas órdenes

Las últimas órdenes
La historia empieza con el fallecimiento de Jack (Michael Caine), un jovial carnicero cuyo principal entretenimiento era pasar horas en el "pub" conversando con los amigos de toda la vida, Ray (Bob Hoskins), Vic (Tom Courtenay) y Lenny (David Hemmings).
Su última voluntad es que sus cenizas se arrojen al mar en el puerto de Margate, lugar donde pasó su luna de miel. Los tres amigos restantes y Vince (Ray Winstone), hijo de Jack, emprenden pues el camino en automóvil para depositar al finado según sus deseos. Durante el trayecto recuerdan las historias que compartieron con Jack y que de un modo u otro los marcó para siempre.
Sin embargo, a medida que avanzan los recuerdos se van interpretando de forma diferente por cada uno de los personajes con lo que finalmente esta aparente simple relación de amistad termina convirtiéndose en una intrincada red de afectos, rencores y entendimientos que causarán un importante impacto en la vida de los amigos que cumplen con su última voluntad.
La historia de Last orders nos permite reflexionar sobre algo que a menudo nos pasa desapercibido que es la visión de los acontecimientos según el observador.
La muerte, en este caso, sirve para darse cuenta de que lo compartido varía según los intereses del momento y que sólo en la perspectiva estos se sitúan en su realidad. Una realidad que como siempre esconde secretos, malentendidos, recelos que pasamos por alto en el presente.
La muerte también sirve para la reconciliación y al final los amigos cumplen amistosamente con los deseos de Jack y sus cenizas son esparcidas en el muelle del puerto frente al mar.
Vale la pena fijarse en la escena de la dispersión de las cenizas para observar lo importante que es el lugar elegido y la dirección o fuerza del viento en el momento de lanzar las cenizas al viento para que estas no se nos vengan encima o se queden donde no tocaría. La urna, que no biodegradable, se la queda uno de los amigos como recuerdo.