Eco-Death Takeover: Changing the Funeral Industry
En un funeral convencional se pueden aplicar criterios ecológicos y conseguir un proceso de mínimo impacto ecológico. Para ello es necesario que se permita la inhumación directa al suelo y la cremación directa. Sin embargo, ambos procesos no están autorizados más que en algunos países. Por ahora, tampoco hay autorizados otros métodos diferentes a los mencionados salvo excepciones.
El documental "Eco-Death Takeover: Changing the Funeral Industry", firmado por la organización The Order of the Good Death, una entidad fundada por la directora y dueña de una funeraria norteamericana, Caitlin Doughty, pone en imágenes las consecuencias ambientales de un funeral convencional y porqué deberíamos impulsar alternativas más ecológicas, como las que se proponen como funerales ecológicos.
En síntesis, el documental concluye que el problema es que para cambiar estas prácticas convencionales que causan un notable impacto ambiental lo tenemos que hacer mientras estamos en vida y para ello nos enfrentamos a hablar y dialogar sobre la muerte, que es un tabú en la cultura occidental.
La película comienza con el proceso de preparación del cuerpo con la tanatopraxia o sea embalsamar con un producto altamente tóxico como es el formaldehído. La industria funeraria nos propone con esta práctica retrasar el proceso natural de la descomposición bombeando a través del sistema circulatorio sin vida un cóctel de sustancias químicas conservadoras y cancerígenas.
Es cierto que para un buen duelo la imagen del difunto es importante, pero para ello bastan las prácticas de tanatoestética o maquillaje que pueden utilizar sustancias de bajo impacto ecológico como sucede en la cultura japonesa (ver la película Despedidas)
El otro elemento visible de un funeral es el ataúd. Sólo en Estados Unidos se calcula que cada año, se talan unas 1,6 millones de hectáreas de bosques para fabricar féretros de madera que persistirán muchos lustros antes de pulverizarse, además de 115 millones de toneladas de acero y 2.300 millones de toneladas de hormigón.
Finalmente, el documental analiza los crematorios en los que se advierte que tanto el mercurio contenido en prótesis dentales como el formaldehído del embalsamamiento mezclado con el humo tóxico que emiten los ataúdes de madera con barnices, forman ácido clorhídrico, dióxido de azufre, dioxinas y PCBs que se liberan a la atmósfera, a menos que se incluyan los filtros de depuración (luego estos hay que depositarlos en un vertedero especializado).
En definitiva, según la autora del documental, nos enfrentamos a una realidad de la que no queremos ser testigos y es que las ceremonias funerarias tienen un notable impacto ecológico. Para ello no hay otra opción que abordar la muerte y todo lo que atañe a su planificación en vida.
Sólo si planificamos nuestra ceremonia funeraria podremos evitar que la industria funeraria siga campando de forma antiecológica como hasta ahora (salvo excepciones). El documental sólo está disponible en lengua inglesa.